
¿Por qué nos emocionamos? ¿Cuál es el propósito de cada emoción? ¿Es realmente posible aprender a autorregular nuestros estados de ánimo? ¿Cómo debemos hacer frente a las rabietas y crisis de nuestros hijos, causadas por las emociones mal llamadas «negativas»? ¿Cómo debemos manejar nuestras propias emociones cuando nos hacen sentir tan mal? En este artículo de 3 partes sobre mindfulness e inteligencia emocional, exploraremos todas estas preguntas, y mucho más.
Parte 1: Cinco cosas que debes saber acerca de las emociones
Parte 2: Cómo ayudar a nuestros seres queridos a atravesar una tormenta emocional
Parte 3: Recursos y técnicas prácticas para hacer frente a las emociones que nos hacen sentir mal en el hogar, en el trabajo y en el aula.
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Segunda parte :
Cómo ayudar a nuestros seres queridos a atravesar una tormenta emocional
En la primera parte de este artículo tratamos los puntos siguientes:
1. Todas nuestras emociones son válidas e importantes -¡en especial las que nos hacen sentir mal!
2. Las emociones están en el corazón de nuestro sistema de orientación interna .
3. Los estados emocionales que experimentamos no son en absoluto aleatorios.
4. Las emociones no son conclusiones finales, razonadas, que tengas que llevar a la acción.
5. Todos experimentamos emociones difíciles, tarde o temprano, pero no tenemos que quedarnos estancados en ellas.

Puedes hacer más de lo que piensas
Comprendiendo y llevando a la práctica estos cinco principios acerca de las emociones nos iremos dando cuenta de que se va apoderando de nosotros un gran sentimiento de bienestar y fuerza interior. Es muy importante una adecuada educación emocional, tanto para nosotros como para nuestros hijos, ya que muchos de los «estallidos emocionales» que suceden en nuestra vida podrían ser prevenidos con tan solo aplicar estos cinco principios. Aunque esta afirmación puede parecerte un poco radical, lo cierto es que tenemos más poder del que pensamos para actuar sobre la manera en la que nos sentimos. La autorregulación y la resiliencia (aquella capacidad del ser humano de sobreponerse a hechos traumáticos en su vida) son habilidades que pueden desarrollarse a través de un adecuado entrenamiento (como el que realizamos en el Curso de mindfulness e inteligencia emocional), como si de un músculo se tratara. Para ello, debemos tener el suficiente corage para realizar un trabajo con nuestras propias emociones, a sabiendas de que a veces puede resultar, como poco, perturbador. Aunque, como suelo decir a las personas con las que trabajo, después de la tempestad siempre llega la calma.
¿Entonces, qué puedo hacer?
A partir de aquí vamos a ver qué podemos hacer para ayudar a nuestros seres queridos a lidiar con sus emociones difíciles. ¿Cómo podemos prevenir esos arrebatos? ¿Cuál es la verdadera emoción detrás de un estallido emocional? Cuando se desata la tormenta, ¿qué podemos hacer para facilitarles el proceso? y ¿Qué actitud debemos mantener1.
1.Predicar con el ejemplo, y entrenar para prevenir
Uno de los grandes errores que me encuentro con mayor frecuencia es el hecho de que queremos ayudar a los demás sin antes habernos ocupado de nosotros mismos. Pretendemos que nuestros seres queridos encuentren la calma practicando determinadas técnicas, mientras que nosotros ni hemos encontrado esa calma ni interiorizado dichas técnicas. Esto es muy evidente cuando hablamos del comportamiento de nuestros hijos, los cuales pretendemos que estén tranquilos y relajados cuando nosotros, la mayor parte del tiempo, vamos a «mil por hora».
Cuanto más conscientes seamos de nuestro estado, de nuestra situación en esa espiral de las emociones, mayor será la probabilidad de intervenir en él antes de llegar a un estallido emocional (cuando liberamos de manera desproporcionada esa carga emocional que ha ido aumentando al no gestionar de manera adecuada las emociones). La clave está en practicar las diferentes técnicas (como puede ser el escáner corporal, la atención a la respiración, o los pasos para regular una emoción, por ejemplo) cuando nos encontramos en calma, o al menos cuando no nos encontramos emocionalmente sobrepasados. Si llegamos a este punto sin tener la práctica adecuada, es probable que las emociones nos desborden. Por tanto, si ya es demasiado tarde para prevenir, o nos hemos encontrado de manera inesperada con un gran desafío que nos deja sin saber cómo responder, ¿qué podemos hacer para atravesar esa tormenta emocional?

2. Comprender la verdadera causa
Es fundamental el conocer la verdadera causa que yace detrás de todo desajuste emocional. Puede que te sorprenda un poco, pero la verdadera fuente de todos nuestros sentimientos (ya sean agradables o desagradables) está en nuestro interior. O, dicho de otro modo, ninguna situación o persona nos puede hacer sentir de tal o cual manera a menos que esa emoción ya se encuentre dentro de nosotros. Esto lo explica mejor que yo el doctor David Hawkins, en su libro Dejar ir.
«La mente racional prefiere mantener las verdaderas causas de la emoción fuera de la consciencia y utiliza el mecanismo de la proyección para hacer esto. Culpa a los acontecimientos o a las otras personas por “causar” un sentimiento y se ve a sí misma como la víctima inocente e indefensa de las causas externas. “Ellos me hicieron enfadar.” “El me ha trastornado.” “Eso me asustó”. “Los acontecimientos del mundo son la causa de mi ansiedad”. En realidad, es exactamente lo contrario. Los sentimientos suprimidos y reprimidos buscan una salida y utilizan los acontecimientos como desencadenantes y excusas para desahogarse. Somos como ollas a presión listas para liberar el vapor cuando la oportunidad se presenta. Los factores desencadenantes son configurados y preparados para que salgan. En psiquiatría, este mecanismo se denomina desplazamiento.
Es debido a que estamos enfadados que los acontecimientos nos “hacen” enfadar. Si, a través de la constante entrega, nos hemos apartado del almacén reprimido de la ira, es muy difícil, y de hecho, incluso imposible para cualquier persona o cualquier situación “hacernos” enfadar. Lo mismo, por tanto, se aplica a todos los demás sentimientos negativos una vez que hayan sido entregados.»
Lo que sucede, por tanto, en el caso de una crisis emocional, es que aparece un factor desencadenante (a menudo externo) que «dispara» una serie de sentimientos suprimidos o reprimidos (inconscientes) que ya estaban dentro de nosotros. Y ello puede sobrecargar a nuestra mente consciente, haciendo que nos comportemos a veces de forma irracional y que experimentemeos todas las emociones de manera mucho más intensa.

3. Encargarse primero de la parte interna
¿Qué significa esto? Que debemos adueñarnos de nuestros propios sentimientos; hacernos 100% responsables de nuestros estados internos, sin culpar a nada ni nadie por «hacernos sentir» de determinada forma. Esto no quiere decir, obviamente, que aceptemos las cosas sin rechistar, o que todo nos de igual. Todos tenemos la libertad para hablar, para actuar, para solucionar los problemas «del exterior», aunque tendremos una mayor capacidad, una mayor energía, para hacer esto si antes hemos solucionado las heridas emocionales dentro de nosotros mismos. Podremos mostrar más firmeza para realizar un cambio si hablamos desde nuestro centro, sin dejarnos arrastar por la seducción de nuestro propio enfado, o quedarnos congelados por nuestros miedos. Cuando entendemos esta parte, y hemos trabajado en ella, estamos en disposición de acompañar a nuestros seres queridos en sus procesos emocionales.
Por ejemplo, supongamos que un día llega nuestro hijo, o nuestra pareja, a casa mostrando síntomas de malestar emocional. Podemos considerar dos aspectos: los posibles desencadenantes externos, o situaciones con las que se ha encontrado (como podrían ser una pelea en el colegio, una discusión en el trabajo,…) y su estado emocional interno (ansiedad, baja autoestima, miedo,…). Estamos, por lo general, condicionados a creer que lo que causa ese estado emocional, ese dolor interno, es el problema externo. Aunque recuerda que éste solo lo agrava, no lo causa. Nuestra prioridad debería ser la de reconocer y validar los sentimientos que está experimentando nuestro ser querido, ayudándole a expresar con palabras cómo se siente, y permitiéndole así el calmarse poco a poco. Podemos emplear frases como «Veo que te sientes algo _______ y comprendo que pueda resultar difícil para tí. Vamos a tomarnos unos minutos para respirar, calmarnos, y después me cuentas que ha pasado»

4. Recuerda, no se trata de tí
La primera pregunta que debemos plantearnos cuando estamos en una situación en la que algún ser querido está experimentando un arrebato emocional es «¿quiero realmente ayudar a mi hij@, pareja, compañer@, o quiero mantenerme firme y pretender llevar la razón? La respuesta puede parecer obvia, en principio, aunque debemos estar atentos: es muy fácil dejarse seducir por el «lado oscuro» de las emociones. Si no estás centrado y consciente en lo que está sucediendo desde el principio, tu ego puede comenzar a tomarse las cosas de manera personal, y sentirse agredido. Si te dejas llevar por la situación, esta se complicará aún más. Por tanto, si deseas de verdad ayudar, deja a un lado tu ego, respira profundamente, mantente plenamente presente y permanece lo más neutral y calmado posible. Recuerda que, a pesar de las palabras que puedan decir, o del comportamiento que puedan tener, no se trata de tí, sino que son ellos los que están lidiando con esas emociones difíciles; son ellos los que están perdiendo el control y necesitando ayuda para encontrar claridad y calma; son ellos los que están gritando porque, en ese momento, no saben qué otra cosa pueden hacer. Trata de ponerte en su lugar tanto como puedas (la empatía es otro de los recursos que desarrollamos en el Curso de mindfulness e inteligencia emocional), sin dejarte arrastar, y ayúdale a gestionar esos impulsos.

5. Aceptar lo sucedido
A veces, cuando vemos a otras personas comportarse de formas que no aprobamos, tenemos la tendencia a pensar «pues DEBERÍA haber sabido que no podía comportarse así», o «DEBERÍA haber actuado de tal o cual modo». Una de las actitudes básicas que desarrollamos con la práctica de mindfulness es el dejar de emitir juicios sobre otras personas. Partamos de la base de que cada persona trata de hacer las cosas lo mejor posible, dentro de sus capacidades. Si hubiese podido actuar de un modo más apropiado, lo habría hecho, pero no lo hizo. Somos seres complejos, y a menudo nos dejamos llevar por impulsos inconscientes. Por tanto, céntrate en el ahora, y ayuda a tu ser querido a regresar a un estado de equilibro emocional, y desde allí podréis hablar de las consecuencias de sus actos, sin dejarse llevar por el enfado. No es la ocasión para ignorar o avergonzar a aquellos que apreciamos, tratando de demostrar «quién manda aquí». Posiblemente, la próxima vez se desarrollen mejor las cosas.

6. Conviérte en un catalizador de emociones
Uno de los mayores regalos que me ha traido mi desarrollo profesional es el de servir a otros, ayudándoles a liberar esas pesadas cargas emocionales que tenían acumuladas, algunas desde hacía muchos años. Este dolor emocional que todos llevamos afecta negativamente a nuestra energía, a nuestra salud, a nuestra creatividad, a nuestro bienestar general, en suma. Y el único modo de liberarnos de él es el confrontarlo de manera consciente (algo que también llevamos a cabo durante las sesiones de reiki). Así que, la próxima vez que te encuentres en una situación de «tormenta emocional», puedes optar por decirle a tus seres queridos que «espabilen», echándote a un lado, y que cada cual se entienda con sus emociones, o bien puedes estar a su lado, acompañándoles en el proceso de reconocer y aceptar sus emociones, ayudándoles a expresarlas de manera adecuada, guiándoles con compasión a través de la tormenta. ¿Acaso no es este un verdadero acto de amor ?

En la parte 3 veremos algunas técnicas para ayudarte a lidiar con las emociones difíciles en el hogar, en el trabajo o en la clase. Mientras tanto, si deseas aprender y experimentar por tí mismo, te invito a que dediques unos minutos a descubrir lo que la práctica de Mindfulness y la Inteligencia Emocional puede proporcionar a tu vida. Estaré encantado de acompañarte en este camino.
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